Bruno tiene 6 años, es de los más altos de su clase (y está orgulloso de ello), es moreno, con el pelo siempre hecho un revoltillo, las rodillas raspadas y los zapatos sucios.
Es sábado por la mañana, el sol empieza a saludar, tímido, en el horizonte.
Ya no corre a la cama de sus padres, se acerca en silencio, les observa, desencajados, vulnerables, armoniosos.
Papá ronca, de forma tranquila, pausada, pero constante.
Mamá está preciosa.
Se mete entre los dos, despacito, donde más calor hace, se hace una bolita, y allí se siente seguro, ya nada puede pasar.
[...]
Hay ruido en el piso de abajo, se oyen susurros de cocina, platos, vasos..
Tiene que ser tio Pedro.
Planta los pies en el suelo, en calcetines.
Baja despacio, en pijama y bostezando. Le duele la cara al sonreír, pero no puede evitarlo.
Pedro ha puesto música, bajito, para no molestar a los de arriba, pero siempre creando esas islitas de intimidad de las que Bruno no es totalmente consciente, sencillamente las disfruta y se regodea en ellas con sonrisas y risas.
Ha traído pan, una hogaza grande que da ganas de abrazar, pero el hambre toma fuerza y gana la batalla.
El tio se acerca le achucha sin agobiar (mamá se pasa, papá no sabe y sería extraño si lo hiciera) y le sienta en un taburete, le planta delante una tabla, la hogaza y el cuchillo del pan.
"Vamos a cortar rebanadas" le dice, y lo hacen, Bruno guiado por las manos de Pedro, que controlan sus movimientos.
Tuestan ligeramente el pan, lo riegan con aceite y listo.
Pedro le añade pimienta, Bruno prefiere azúcar.
Y comen, y rien, y hablan...
Es sábado por la mañana, el sol empieza a saludar, tímido, en el horizonte.
Ya no corre a la cama de sus padres, se acerca en silencio, les observa, desencajados, vulnerables, armoniosos.
Papá ronca, de forma tranquila, pausada, pero constante.
Mamá está preciosa.
Se mete entre los dos, despacito, donde más calor hace, se hace una bolita, y allí se siente seguro, ya nada puede pasar.
[...]
Hay ruido en el piso de abajo, se oyen susurros de cocina, platos, vasos..
Tiene que ser tio Pedro.
Planta los pies en el suelo, en calcetines.
Baja despacio, en pijama y bostezando. Le duele la cara al sonreír, pero no puede evitarlo.
Pedro ha puesto música, bajito, para no molestar a los de arriba, pero siempre creando esas islitas de intimidad de las que Bruno no es totalmente consciente, sencillamente las disfruta y se regodea en ellas con sonrisas y risas.
Ha traído pan, una hogaza grande que da ganas de abrazar, pero el hambre toma fuerza y gana la batalla.
El tio se acerca le achucha sin agobiar (mamá se pasa, papá no sabe y sería extraño si lo hiciera) y le sienta en un taburete, le planta delante una tabla, la hogaza y el cuchillo del pan.
"Vamos a cortar rebanadas" le dice, y lo hacen, Bruno guiado por las manos de Pedro, que controlan sus movimientos.
Tuestan ligeramente el pan, lo riegan con aceite y listo.
Pedro le añade pimienta, Bruno prefiere azúcar.
Y comen, y rien, y hablan...
Qué bonita historia, y qué bien contada.
ResponderEliminarQue historia tan tierna a la par que bonita, lo único que he echado de menos algún video ilustrando el corte del pan, ángulo, grosor de la tostada, esas cosas..Mancantao AO :)
ResponderEliminarLove You Sister!!!!
ResponderEliminarUna historia maravillosa, muy tierna. Las tostadas de pan se ven estupendas.
ResponderEliminarUn besín.
Que gustazo de despertar... :)
ResponderEliminar...me ha encantado...el mío, de cachorro, también desayuna pan y aceite... fíjate... bss (cat)
ResponderEliminarMe ha encantado princesilla
ResponderEliminarq relato mas bonito
ResponderEliminar"...y hablan..."
ResponderEliminark bonito relato.... y que gran desayuno...
ResponderEliminarbesazoooooos
conlatripallena.blogspot.com