¡Buenas!
Muchas veces he comentado lo caro que es vivir sola vs compartiendo con una pareja o amigos.
Sale más barato comprar para 4-6 personas que para una. Siempre hay ofertas de 3x2, o paquetes grandes que en proporción salen más económicos.
Y claro, te vuelves loca haciendo encaje de bolillos con tu cuenta corriente, el espacio de tu nevera, mi manía de congelar lo mínimo (me gusta comer fresco) y no repetir demasiado.
Pues eso. Acabas repitiendo ingredientes, claro, pero en diferentes versiones.
Este sábado fui a ver a la Teresa, la tendera del puesto del mercadillo de las rozas.
Madre en todas sus versiones.
Me explico luego, que primero quiero que os la imaginéis.
Es pequeñita, prieta y enjuta, de cuerpo y de formas.
Peina más canas que cabellos negros. Lo lleva corto, con flejillo descuidao por la frente.
Ojos vivarachos y profundos. De esos que con una mirada ya te dicen todo. Y también lo que han sufrido. Pero ni se lamenta ni lloriquea, es un roble.
El roble del que cuelgan sus dos hijos. Solo conozco a uno. Miguel, el Míguel, también chiquito pero corpachón, gordoncho y curvilíneo en todo. Que ahora se ha dejado barba. Y no le queda mal. Pero paro que me voy del tema.
Teresa, casi todas las Teresas que conozco son de labio fino y sonrisa fácil. Y es un nombre que me gusta mucho.
Teresa la del puesto, te regaña con cariño, te mira con esa mirada y te dice que pa qué le pides alcachofas que todavía no ha helao.
Y casi siempre tiene razón, la tía.
Hago una sopa de tomate de morir, gracias a sus consejos. Aunque yo no le pongo gambitas.
El caso es que debe de estar en Villalba. De un tiempo a esta parte, no la vemos. Y la echo en falta.
Al tema, entre otras cosas, me llevé un trozo gigante de calabaza.
Como es lo más sensible, siempre que llego enciendo el horno y aprovecho el gasto para meter de todo.
Siempre una cabeza de ajos, que quedan de morir de gustirrinín.
Horno a 250 y meto medio trozo de calabaza entero, media berenjena y la cabeza de ajos.
Un poco de sal, pimienta negra y un chorrito de aceite, por vicio.
Por otro lado me queda la media berenjena y el otro trozo de calabaza.
En otra circunstancia lo filmaría y mañana me lo comería, pero los lunes nos vamos (mi madre y mis tíos) al concierto de la Juan March, solemos comer por ahí.
Así que enciendo el fuego, sartén amplia y pongo la berenjena y la calabaza en cubitos sin aceite y con algo de sal. Chilla, patalea y humea. Pero el olor es una locura.
La sal ayuda a que suelten la humedad.
El fuego está medio alto (7 de 9) y no lo nuevo demasiado, para que coja color y no se deshaga demasiado.
Se deshace igual, pero ese colorcito da un sabor exquisito. Y texturita crunchi.
Cuando ya está cocinado todo, retiramos de fuego, añado un poco de tahina (crema de sésamo dorado), me lo llevo a salado con más pimienta y rectificando sal.
Listo un plato. Es feoncho pero rico. Lo serviría en tostaditas de pan crujiente. Y con huevo. Ay.
Hoy solo le he añadido un diente de ajo asado. Cierra muy bien el juego de sabores.
Para las verduras asadas preparo una salsa de yogur y cilantro.
Pico una montaña de cilantro fresco, la mezclo con un yogur griego, zumo de medio limón, sal y una barbaridad de pimienta. Mezclo y listo. Está delicioso.
Océanos de amor ❤️
Me encantan tus recetas y cómo nos las cuentas. ¡enhorabuena y gracias por compartir!
ResponderEliminarPreciosa descripción. Cómo no imaginar a Teresa a través de tus palabras...
ResponderEliminarDeliciosas recetas. No he preparado nunca la calabaza ni la berenjena así. Habrá que ampliar miras 😊
Encantada de leerte por aquí y por IG 😘
A mi no me parece feoncho!! Me ha caido bien la Tere, solo por tu descripción.
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